11 de març 2009

Rodeos


Es que llevo un mes intentando controlar la bestia, y no hay manera.
No se ha movido un dedo. Está todo en el cerebro.
Y entre tanto, he ido tonteando con la idea absurda del rodeo.
Me subo en la grupa de algo, me apasiono, y si me dejo llevar me llevo.
En definitiva, es en lo que acaba todo antes de la renuncia.
Esa apuesta sórdida que nos hace dejar de tener miedo.
Adiós, poder.
Que nos aleja inexorablemente del bazar del ego.
Me decía un amigo hoy, en el vegetariano, comiendo.
Estoy a punto de dejarlo todo, de empezar por el final, de nuevo.
De abandonarme a mi suerte, ahora que puedo. Soy casi viejo.
Y yo le he dicho que veintisiete y el huevo.
A mi me queda un deseo. Y la esperanza, que no la pierdo.

5 comentaris:

Marina Raurell ha dit...

Sempre tenim la necesitat d'aferrar-nos o apasionar-nos amb alguna cosa. Suposo que per sortir de la rutina, no se, tan si surt be com malament, intentem anar cap endavant!

Prisamata ha dit...

Uno. Déjate llevar. La corriente es buena. El mar, hermoso.

Dos. Te perdiste una velada catártica. Tu vida habría cambiado. En Cádiz.

Tres. Me alegro de que la ex de tu novio se haya sumado al barco. Buena tripulación.

Uan, chu, fri. ¡Caramba!

Prisamata ha dit...

Y que viva Banksy!!!!!!!!!!

sin querer te atropello ha dit...

merci, bonics!
marina d'or
e imán morales
m

استريلا المذكورة ha dit...

que insólito el movimiento estático que te permite viajar, experimentar, saborear ideas, deseos que jamás empezaron, sin moverte. En plena quietud y máximo recorrido, conseguir respirar un segundo de luz.

despista a la bestia y corre.